LA BANDA SONORA RECUPERADA: «EL QUIMÉRICO INQUILINO» (1976) |
LE LOCATAIRE / THE TENANT
(1976, Philippe Sarde)
Quartet Records QR378, 2020.
Edición limitada a 2.000 unidades.
Aunque no se trate de una estricta novedad, puesto que salió hace ya algún tiempo, merece la pena atender a la edición en disco compacto y en vinilo a cargo de la discográfica española Quartet Records, que comanda con mano experta José María Benítez, de la música de Philippe Sarde para El quimérico inquilino (1976), el film de Roman Polanski que de algún modo vino a ultimar lo que se conoce como su «trilogía del apartamento», junto a Repulsión (1965), y La semilla del diablo (1968), pues es un trabajo que se antoja de un inusitado interés a pesar de resultar mucho más desconocido que los anteriores al no escatimar los riesgos que podía conllevar la presentación de un proyecto de estas características tras la realización de Chinatown (1974), el film inmediatamente anterior, por el que Polanski consiguió nada menos que cuatro de los principales Globos de Oro (incluido el de mejor director y mejor película dramática del año), además de más de una decena de nominaciones a los Oscar (consiguiéndolo el guionista Robert Towne). El regreso a Europa del director se saldó pues con la adaptación junto a Gérard Brach de la novela de Roland Topor, ultimada como una película “de cámara” en la que el mismo Polanski interpretaba a Trelkovsky, el nuevo inquilino de un apartamento situado en París, vacío tras al intento (logrado) de suicidio de su anterior ocupante, la misteriosa Simone Choule.
![]() ![]() Finalmente, tras la tragicómica resolución argumental (“I’ll Show You Blood”), el círculo se cerrará en la última y no menos sorprendente escena, en la que el recorrido del protagonista devengará en un acto de reconocimiento que le supondrá el consciente espanto de sentirse reconocido, ante lo cual no podrá reprimir un alarido de dolor y pánico (“The Final Scream”), en el que el clarinete convocará la reflexión del espectador sobre lo sucedido a Trelkovsky, como un elemento más de su aparente e infundada paranoia. Una personalidad esquizoide que será presentada con breves fragmentos que esta estupenda edición de Quartet recupera (como “Cigarettes”; “Letter”; “The Park”), mediante los cuales ciertos pequeños hábitos del protagonista le serán negados para abocarle poco a poco a ese sentimiento de conspiración generalizada (fomentada por notables actores como Melvyn Douglas, Shelley Winteres, Jo Van Fleet, Bernard Fresson, Jacques Monod o Josiane Balasko), abocándole al abismo. En ese contexto, el tema dedicado a Stella (Isabelle Adjani), con la que el protagonista iniciará una relación (“To Stella”), puede pasar un tanto inadvertido, así como la interpretación diegética del tema principal en casa de su amigo Robert, mientras ambos, Trelkovsky y Stella, bailan durante la pequeña fiesta montada de un modo improvisado (“Dance at Robert’s”), pero es un perfecto reflejo del puntilloso trabajo llevada a cabo por Sarde, que la presente edición expandida recupera afortunadamente como una especie de bonus discográfico.
Y es que hasta ahora, esta magnífica partitura tan solo podía disfrutarse en una versión “resumida” y secuenciada de manera que los bloques musicales quedaran agrupados, compartiendo espacio con otro (soberbio) trabajo de Sarde, como lo fue su composición para Tess (1979), la siguiente película de Polansky (y que supondría para el compositor una nominación al Oscar®), por lo que la reciente edición se antoja imprescindible para el buen disfrute de la labor desarrollada con mimo por el compositor. Lo que no es óbice para que en su afán completista, Benítez opte también por ofrecer varios fragmentos de la edición original para solaz del aficionado, que así puede disponer de una perspectiva mucho más completa y solvente de aquella anterior presentación (caso probable de no disponer de ella) y de la actual, al objeto de proporcionarle una reflexión adicional sobre cómo han ido cambiando los tiempos (para bien y para mal) en la operativa de las ediciones discográficas de antaño y hogaño. Lo dicho, pura delicia.•
Frederic Torres
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