NIEVA EN BENIDORM (2020) |
NIEVA EN BENIDORM
(2020, Alfonso de Vilallonga)
Quartet Records / El Deseo
El título de la última película de Isabel Coixet , Nieva en Benidorm (2020), obedece tanto al peculiar y onírico planteamiento visual al que se adscribe, como a la imposibilidad plausible que mediatiza al protagonista, algo que finalmente será capaz de alcanzar en contraposición a su anterior y anodina vida en Manchester mostrada durante el tramo inicial de la narración, antojándose su transformación tan insólita como el fenómeno meteorológico al que se alude. Sin embargo, como el propio Peter Riordan (Timothy Spall) le observará a Alex (Sarita Choudhury), auténtica femme fatale de la que se enamorará por muy improbable que a priori pudiera semejar tal relación, la citada situación climática podría acontecer de darse las condiciones meteorológicas propicias. Como su propio despertar a la vida (o al amor, que para el caso, será lo mismo), según demostrará Coixet desde su particular óptica. Alrededor de ellos y su atípico romance, la directora presenta un Benidorm en el que se superponen diversas capas humanas constituidas, en primer lugar, por los turistas británicos, para quienes la ciudad de la Costa Blanca supondrá un permanente paraíso escapista nocturno; seguida de la de los jubilados locales, omnipresentes durante el día en el paseo marítimo; y por último, los lugareños que viven y trabajan allí, representados por Marta, la policía local que interpreta Carmen Machi; pero también Esteban, el carnicero semi mafioso, que encarna Pedro Casablanc; y Lucía, el
![]() Y es que alejado de su zona de confort, como el mismo Vilallonga comenta en la carpetilla del disco editado por Quartet Records, el compositor tratará de buscar, instado a ello por la directora (quien confesará en unas pequeñas notas de la misma carátula que esta es su película “más hermética, misteriosa e inclasificable”), sonidos bellos y peculiares (“que no estuvieran registrados en la retina de mi oído”), definiendo su labor “entre pianista de cine mudo y pintor de andamio”. Es una perspectiva artesanal un tanto modesta, puesto que Vilallonga abordará de un modo mucho más complejo e introspectivo los diversos planos de su labor, trazando un paralelismo estructural correspondiente al propuesto por Coixet, de manera que el protagonista disponga un viaje iniciático pertrechado de una voluminosa "mochila" repleta de gris conformismo, aliñada por un descreimiento
![]() El aspecto más artesanal mencionado por Vilallonga alcanzará, aquí sí, los fragmentos diegéticos de la película, capitaneados por el propio músico que interpretará al “Maestro de Ceremonias” del club de Alex (del que también será socio el ausente Daniel), donde aquella protagonizará un sugerente número de fuerte magnetismo sexual al son de “E se domani”, de la portentosa Mina (canción no incluida en el disco), al que seguirá otro con una bella joven bailarina acompañada de una enorme serpiente (mientras Peter trata de encontrar el camerino de Alex a fin de felicitarla), para el que Vilallonga propondrá un tema sinuoso y canalla (“Autor du Cou”). También tendrán cabida algunas versiones de la conocida “Yo Te Diré” (la habanera popularizada por Nani Fernández en la clásica Los últimos de Filipinas, que dirigiera Antonio Román en 1945), una de ellas interpretada por el coro citado, que servirá para los títulos de crédito finales (“Créditos”, punto final también del compacto), pero que será interpretada “en directo” por los jubilados en la playa durante uno de los paseos de los
![]() Finalmente, atendidas estas necesidades narrativas, Vilallonga propondrá un nivel más arriesgado y sensorial, desde el que tratará de captar la intrigante manera en que Coixet presenta su Benidorm, convertida en otro personaje más de la historia. Así, cuando Peter se harte de esperar a su hermano en el aeropuerto, tomará un taxi que le llevará por entre las siluetas de los rascacielos de la ciudad, lo que le supondrá una impactante experiencia (“Coraltaxi”), sensación trasladada al espectador gracias al coro y el duduk, transmisores de ese extrañamiento. El mismo que le generará su primera vuelta por las cercanías, avasallado por el gentío de jubilados (“Paseo Marítimo”), entre los que tendrá que abrirse paso para descubrir el mar (al que el compositor investirá de un marcado acento impresionista en la segunda mitad del mismo fragmento), y más tarde, ya de noche, por sus propios compatriotas (“Ambiente Benidorm”, bloque musical de características casi hipnóticas). Un crisol de soledades que no sentará nada bien a Peter, tras cuyo
![]() Entre estas secuencias destacará aquella que muestra a la poetisa Silvia Plath (Laura Calero), presente en el recuerdo de los lugareños cuando disfrutó de una pequeña estancia vacacional antes de que el pueblo marinero se convirtiera en la urbe de hoy en día (a mitad de los cincuenta), y que es citada de modo recurrente por la ávida lectora que es Marta (“Silvia Plath”), disponiendo de su momento onírico (a modo de ensoñación), en la que se la podrá contemplar disfrutando de su independencia, en su propia “campana de cristal”. Una partitura imaginativa y proclive al inconformismo, que acompaña al protagonista en el iniciático descubrimiento de sí mismo y de la plenitud de la vida, como anticipa la escena en la que por primera vez descorre las cortinas del apartamento de su hermano para salir al balcón y contemplar desde allí una deslumbrante panorámica de la costa y del mar. En definitiva, un susurro (musical) gracias al cual Peter sienta que de verdad puede “nevar en Benidorm”.•
Frederic Torres
|