CLÁSICOS DE NUESTRO TIEMPO (TOMA 150): «LA JAURÍA HUMANA» (1966) (HOMENAJE 90 ANIVERSARIO ROBERT DUVALL) |
Estrenada hace casi cincuenta y cinco años La jauría humana (1966) representa uno de sus títulos que con el paso del tiempo ha ido ganando adeptos sobre todo en función de la mítica que sigue despertando entre buena parte de los aficionados la reunión de algunas de las estrellas cinematográficas por excelencia de la Meca del Cine. Entre éstas figura Robert Duvall, aún a las puertas de consagrarse entre la «realeza» del cine estadounidense a partir de la siguiente década. Sirva, pues, este artículo dedicado al film dirigido por Arthur Penn a modo de homenaje a Robert Duvall en el cumplimiento de su noventa aniversario, celebrado en las vísperas del día de reyes.
Por Lluís Nasarre
Una de las virtudes de La jauría humana (1966) es que entra en materia en los primeros compases del film. Carece de introducciones y los personajes se presentan y construyen a medida que se van desarrollando los hechos. La demostración de tal afirmación podemos encontrarla en la secuencia desarrollada en la oficina del Sr. Briggs (Henry Hull) el prestamista; este alardea de su oficio ante los argumentos de uno de sus clientes, el cual, no puede hacer frente a la deuda contratada y por otro lado, se niega a venderle su casa. Briggs, con una réplica contumaz a la negación de su oferta de compra, le comenta con una amplia a la par que sibilina sonrisa (cínica) en los labios, que no tendrá ningun inconveniente en aumentarle los intereses del préstamo que tienen acordado. Es más, lo hará con mucho gusto, notando en su interlocutor el sentimiento de represión contenida ante tal muestra de poder. La bilis está servida. Esta escena, entre un hombre blanco y otro de color, procede a otra donde una abuela y su nieto (de color también) contemplan (y obvian) el asesinato de un conductor por parte de dos fugados de la prisión —que es como se incia el film— ubicando la acción de la película en una geografía concreta (la América profunda) proclive a los enfrentamientos violentos de carácter racista entre la población. A medida que avanza el film, constataremos que Briggs (prototipo del caballero del Sur) solamente es uno de los componentes de esa irracional jauría a la que alude el título español, como sustitución al original, The Chase (la persecución), bastante gráfico también.
Transcurrido el ecuador de los años sesenta del pasado siglo, alguna cosa estaba cambiando en el panorama cinematográfico, debido posiblemente a vivir una época
![]() Para La jauría humana, la novelista y autora teatral Lillian Hellman (1905-1984), caracterizada por la fuerza temática de sus argumentos, donde su condena del mal, tanto personal como social, se convierte en su ejercicio estilístico principal (1), adapta la obra teatral de Horton Foote (1916-2009), premio Pulitzer en 1995 y comparado en más de una ocasión con el dramaturgo Antón Chejov (2). La comunista blacklisted Hellman, pareja del
![]() ![]() En el momento de su estreno, el film necesitaba publicitarse como un alegato a la recuperación de los valores perdidos de la enfrentada sociedad norteamericana. Para ello, colocándose en un extremo, dinamitando los más bajos instintos, radiografía aceradamente los sentimientos y conflictos morales de los habitantes de una pequeña localidad, donde a partir del mínimo pretexto que supone el posible regreso a casa, de un fugado de la prisión, hijo del pueblo, sirve como resorte para accionar la paranoia de la sociedad establecida, sujeta su moral con alfileres y anclada en los convencionalismos, ya que la intolerancia, el artificio y la falta de valores campan a sus anchas.
![]() Penn, a pesar de las injerencias del productor, destroza con su espléndido trabajo de puesta en escena, todas esas teorías conspiratorias que lo colocaban como un simple funcionario bajo la batuta de Spiegel. Con pulso firme y preciso y un sólido conocimiento de los dispositivos que conforman la estructura cinematográfica de una película, dirige una real ficción, que refleja esa cara oculta (esa cloaca) de un mundo donde se tejen las más oscuras pasiones. Porque ese híbrido entre drama, western y thriller que resulta La jauría humana es catalogado por Ángel Fernández Santos como «un film de rara fuerza, tallado en la roca. Radical, sincero y violento, cargado con demasiada energía transgresora ...» Una energía que atesora en su interior el policía que encarna Marlon Brando. El sheriff Calver no se vende. Es orgulloso y está orgulloso de su labor. Hasta que entiende que debe darle las gracias a Val Rogers (E. G. Marshall). Las características de su nombramiento lo colocan en el ojo del huracán y en el punto de mira de sus conciudadanos. «Nosotros pagamos su sueldo». Es una de las frases que aparecen a lo largo del film. Hasta que en un momento la respuesta de Calver «si no están contentos, les devolveré su dinero», sirve de espoleta para que el respeto por la figura del orden que él representa se vaya a hacer puñetas y la tragedia tenga vía libre. La paliza a la que se ve sometido, es también un puñetazo al estomago del espectador. Val Rogers le da la espalda y los principios empiezan a pasar factura, en forma de salvajes golpes, tanto físicos como psíquicos.
Posiblemente con Perros de paja (1971), La jauría humana representa ejemplarmente ese tipo de cine, en el que el sentimiento de rabia que anida en sus personajes, se vaya desarrollando progresivamente hasta explotar —un sentimiento transmitido hacia el espectador— convirtiendo el hecho violento en un factor consecuente. Por lo que el testigo dejado por Lang con Furia (1936) o William A. Wellman con The Ox-Bow Incident (1943) se retoma magistralmente con el trabajo de Penn.•
(1) Es autora entre otros de La loba y La calumnia, que darían pie a las brillantes adaptaciones fílmicas de William Wyler en 1941 y 1962 respectivamente. (2) Foote adapto para Robert Mulligan el guión de Matar a un ruiseñor (1962). Labor que le reportó un Oscar.
(3) Productor de p. ej. La reina de África (1951), La ley del silencio (1954), El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) y El último magnate (1976) .
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(Homenaje a Michael Apted)
Histórico de Clásicos de Nuestro tiempo
(1969, Dennis Hopper)
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